Ella no es una campesina sabia
Que cuente historias llenas de sabiduría
Y asombre a sus vecinos
Con intuiciones y mágicos hechizos
Pero conoce una nube buena
Cuando mira una, extraordinaria
Una mancha oscura de insectos
Agitándose en un ámbar orgánico
Atrapada en un estrecho abrazo
Mientras el sol se pone
En esta tranquila tarde dominguera
Ella bebe vino tinto de Chile,
Doña Dominga
A la mañana siguiente, cuando el cielo está claro
No quiere salir de la cama
Lee un libro sobre carreras de caballos
Con apuestas, ambiciones y rotura de pezuñas
Lo que la desanima
Hasta que unas sencillas nubes grises
Escapan dentro de la curva perfecta
De una larga hoja de eucalipto
Como cortadas con tijeras de fina seda
Entonces abandona su languidez
Ya fuera del letargo extiende los brazos
Hacia el cielo y descubre una casa
Al filo de las nubes
Se maravilla con lo que podría ser
Vivir envuelta en sus sueños de cielo y nubes
Ella no es una campesina sabia
Que cuente historias llenas de sabiduría
Y asombre a sus vecinos
Con intuiciones y mágicos hechizos
(Traducción de Sara Vanégas Coveña)